"Hay momentos en la vida de quienes consumimos arte humorístico en que se nos abren puertas. Por ejemplo, al entrar descuidadamente al Hall del San Martín en plena euforia alfonsinista con la idea de escuchar a otro ignoto cantautor uruguayo, y encontrarse a Leo Masliah tocando “El perro de Mozart”. O recorrer la enorme casa en la que se celebra una reunión muy formal, escuchar detrás de una puerta una extraña voz inglesa que anuncia “Flyiiingggg Circusss”, entrar y descubrir a los Monty Python. O ir por primera vez al teatro Coliseo, casi por mandato materno, y ver a Ernesto Acher cantando “La campana suonerá” mientras Carlos Núñez se ata un enorme cohete rojo en la espalda. Saber por Heguido que el mono internado en el zoológico evoluciona bien porque ya camina en dos patas, es otro de esos momentos. Y las puertas que se abren son muchas. Al leerlo uno puede creer, ingenuamente, que ya descubrió el mecanismo de sus humoradas. Fatal error. La siguiente página nos dejará doblemente descolocados. Descolocados, buscando por dónde abrir ahora el paquete, y descolocados, caídos de la silla, arrastrándonos con la respiración entrecortada por la risa, intentando recuperar un poco la seriedad que Heguido nos arrebató para siempre. "
Jimena Drake
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